SALA DE ESTAR
Mientras estábamos conversando, una bolsa entró por la ventana.
¡Tú no la viste! ¿Por qué no la viste?
Se paseó tenue a través de remolinos incorpóreos recorriendo la sala. Pasó por el lado del computador y en un arranque de viento, se escapó hacia la cocina.
Cuando la seguí ya se había fugado en pos de otras ventanas, otras personas, otros destinos.
Y yo seguí conversando contigo, tratando de no darle importancia, pero la verdad sea dicha: mientras hablábamos un pedacito de viento pintó imágenes en el aire de mi sala.
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